miércoles, 15 de febrero de 2017

“Sirenita, una aventura bajo el mar”


Una vez más, el grupo Rueda Mágica vuelve a sorprender a grandes y chicos con sus adaptaciones del inmenso imperio Disney, al pequeño escenario del teatro Terrazas del Paseo la Plaza. Y cuando uno cree que los caminos se le cortan, su director Leandro Montgomery pasa otro desafío y nos trae la inmensidad del mar a la mismísima Avenida Corrientes. Su fiel ladera, la actriz Bárbara Lloves Millán, es el otro pilar de este grupo que alegra en cada versión teatral. Ella hace de Ariel, la inquieta sirenita y todos seguimos el surco que deja su andar, para disfrutar del mejor teatro infantil.

La obra cuenta dos historias conjuntas que se entrelazan por la curiosidad de nuestra heroína Ariel. La vida oceánica de Tritón y su reino; y la historia de nuestro príncipe Eric (Omar Morón) que con la ayuda de su amigo Sarte (Federico Araujo), se va a rumbear los siete mares. La cuestión toma fuerza, cuando la embarcación de nuestro protagonista se hunde por una fuerte tormenta y ella lo salva de morir ahogado. A pedido de los más chiquitos, le canta una canción y así, el príncipe revive, ya enamorado de su dulce voz.

Como en todas las películas de Disney, el drama es tripartito; y frente a los enamorados, emerge la figura del villano. En esta ocasión, una impecable actuación de Julieta Cardinali, quien en la maldad de Úrsula, una pulpo negra, grande y no muy simpática, genera el caos. Le quita la voz a Ariel luego de un pacto mágico, e intenta enamorar a Eric.

“Sirenita, una aventura bajo el mar” es otra gran realización de Leandro Montgomery, con una excelente banda de sonido de Yair Hilal, que siempre le pone intención y fuego a las letras de Bárbara Lloves Millán. La canción de Úrsula con la exacta actuación de su protagonista, es lo más hipnótico de la obra. Sus partenaires, las anguilas marinas Flotsam y Jetsam, creación de los titiriteros Facundo Zalazar y Emiliano Ramos, es otro gran logro de su director.

Una entretenida obra de teatro para los chicos que disfrutan de sentir la magia Disney en vivo. El impecable y colorido vestuario, las animadas coreografías (de Mauricio Vila) y la simpatía de sus protagonistas con los más pequeños, ya sea en la previa, durante la obra y en el cierre con foto incluida; son la clave para que los más pequeños disfruten a pleno del teatro de este artesanal grupo de artistas.

Por Mariano Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo






viernes, 10 de febrero de 2017

"Cansados de ser"

La obra de Pablo Lago es una historia con la clara intención de que se rompa en su comienzo para involucrarnos directamente con lo que sucede. Y cada espectador así, se irá conectándose en mayor o menor medida con el protagonista que más vaya con su persona. Claro, algunos generan empatía directamente y otros sólo por los rasgos de sus personajes. Sus formaciones los evidencia de manera inmediata y rápidamente Romi Pinto e Inés Palombo sobresalen. Sus dichos les dan relieve pero lo que ocultan es lo que más nos llama la atención. Algo es evidente, esta familia está tan rota, que ni los lazos sanguíneos, esos que unen por debajo de la piel, los acerca. Ese living es un escape de gas y dos de los presentes tienen el fuego para que todo vuele por el aire.

Amparo es, al parecer, una madre que cita a sus hijos para confesarles algo. No están juntos desde la muerte de su padre y una cena casera sería una buena posibilidad de sanar las heridas. Pero nada sale como esperaba y la incomodidad, la omisión y la falsedad, intoxican la escena.

Aunque tarde en entrar en sintonía con el caos, Amancay Espíndola en su rol de Amparo, convence y se termina convirtiendo en el pilar de la historia; mérito de una concisa Inés Palombo que desde la suavidad de su Laura, trata de que todo esté bien, tanto en la historia en sí, como en la actuaciones de sus colegas. Ella y Romi Pinto son el embudo para que todo termine siendo armonioso, aunque lo que cuenten sea un cúmulo de estridencias.

Como en toda familia, las mujeres activan los lazos y los hombres invitan al malestar. Y en esta descripción, Jorge (Juan Cruz Wenk), el marido de Laura, irrita en todo momento. En sus participaciones y en lo poco expresivo de sus intervenciones. Teniendo en su poder el rol más urticante y clave, termina siendo un eslabón más de una familia arañada por los desencuentros e infortunios del pasado. En la periferia a todo, ya en lugares secundarios, aparecen León, el hijo con capacidades diferentes de Clarisa (Romi Pinto), una contundente y admirable actuación de Mathías Sandor; y Beto (Federico Marrale), un apagado hermano, que no cuenta con la fuerza necesaria para torcer una pendiente que conduce al ocaso.

Con todos los elementos a la vista, la dirección de Cristian Majolo hace que la tensión esté siempre presente. Fuertes confesiones, contestaciones desubicadas, propuestas estériles de paz y las ganas de irse de todos, le dan fuerza a un libro que abarca más de lo necesario en cuanto a dramas familiares. Los planteados ya son demasiados. La escena donde todos juntos entonan y bailan la canción “La cigarrera”, es belleza en sintonía. La paz familiar en su mayor expresión. Esa que no tiene ninguno de sus integrantes por separado.

“Cansados de ser” es la luminosidad actoral de Inés Palombo, es esa canción a oscuras que magnetiza y es esa verborragia final entre madre e hija (Romi Pinto). Una obra que golpea por su realismo, que nos acerca al dolor y que nos muestra lo más intransigente del ser humano. Todos somos un poco ellos.

Por Mariano Casas Di Nardo