sábado, 9 de enero de 2016

"En el aire"

Pocas veces una obra de teatro deja conforme a todo el público. Y Facundo Arana con “En el aire” lo logra. Por un lado, confirma ese pacto de fidelidad con sus fans que poco tienen que ver con el teatro y lo siguen desde la televisión; y por el otro, convence a aquellos espectadores que suelen disfrutar del teatro raso, que se emocionan o angustian con un buen diálogo y que se acercan o distancian de los personajes en base a sus actuaciones. Un soberbio libro de Manuel González Gil, más la exquisita música de Martín Bianchedi, que parece manejar la intensidad de todo.

La obra cuenta una historia pequeña que toma amplitud por la pasión que le imprime ese locutor que acompaña a la gente en sus desveladas noches. Marcos, quien tiene su programa de radio de 12 a 4 de la mañana y que cuatro o cinco veces al año, con su amigo y operador Pulpo, toma su camioneta y se va a algún pueblito perdido del país a transmitir en directo. Esa noche, todo coincidió para que hagan su programa desde el teatro Ana Muller, desde la ciudad de Las Rocas en la provincia de Buenos Aires.

Si existe la cuarta pared de la que hablan los críticos teatrales e imponen los docentes a sus alumnos actores, Facundo Arana con su personaje la pone por detrás de la platea. Entonces con su histrionismo, seducción y empatía, involucra a todos en esa intimista noche radial. La primera vez en una obra que no sea de humor, que sentimos ese feedback entre la historia que se cuenta y nosotros, testigos privilegiados de una noche que quedará en el recuerdo. Habla con sus oyentes, le recita a una tal Milagros, toca el saxo y con flashbacks de intensa nostalgia, nos recuerda momentos que se vivieron en ese teatro casi abandonado. Una brillante performance de un actor que deja absolutamente todo en el escenario y que se debe volver a su casa, vacío; como quien está en blanco, porque todo su bagaje actoral y profesional lo perdió en esa hora y media de función.

Se nota que el libro de Manuel Gonzalez Gil con la colaboración de Sebastián Irigo fue escrito en base a la historia y personalidad de Facundo Arana. Como también queda evidenciado que la música de Martín Bianchedi, lo potencia en su sensibilidad. Y como quien cuenta con lo mejor, Arana sale a arrasar. La dirección del mencionado González Gil lo articula de manera brillante y cual mimo, cada dicho lo acompaña con un gesto preciso. Mucha dirección de actor encima, para coordinar palabra, movimiento y mirada. Y sobre todo, mucho trabajo y concentración para que su voz ronca no sufra en ningún momento.

“En el aire” cierra con un final extremadamente emotivo. Inesperado. Que sensibiliza incluso, al mismo protagonista, a tal punto que se retira en medio de los interminables aplausos como avergonzado por hacer llorar al público. Sin duda, Facundo Arana en su mejor y más pasional versión.

Por Mariano Casas Di Nardo