No es por
contradecir al título, y menos hacer un sombreado antagónico, pero si algo no
es la obra escrita y dirigida por Mauricio Kartun, es eso, terrenal. Porque los
dos protagonistas que le dan vida en sus primeros minutos al cuento, hacen
fácil lo difícil; y porque cuando se suma el inmenso Claudio Rissi, la obra en
su ascenso, se va convirtiendo en un ejemplo de todo. De dramaturgia, de
dirección y sobre todo, de actuación. Lo que hace "Tatita" en escena, es
simplemente maravilloso. Y aunque la etiqueta quede periodísticamente básica, la
reforzamos: “maravilloso”.
Ante una
obra de Mauricio Kartun, uno por lo general, baja las defensas y se deja
llevar. Porque se supone que muchas instancias ya están superadas y garantizadas.
Se comienza desde un nivel más que aceptable y puede elevarse a muy bueno, excelente
o en este caso, inmejorable. Es que podríamos escribir líneas y más líneas
sobre su texto, su dirección, sus diálogos, sus mini monólogos, su puesta en
escena, su iluminación y su musicalización, porque todo está apuntado a una
misma intención; que el espectador disfrute. Su escenografía es única pero a su
vez, panorámica; porque no tiene nada, pero la mímica y la precisión gestual de
sus protagonistas, la ponen en todos los planos.
La historia
es la de Caín y Abel, en una lucha entre cordial y tensa por el terreno donde
viven. Un paralelismo constante entre la leyenda y el año en que transcurre la
vida de estas dos personas, un domingo cualquiera en su Edén de cabotaje.
Claudio Da Passano es Abel, mientras Claudio Martínez Bel es Caín. Y detrás,
como un ser todo poderoso, refleja Tatita, la mejor versión de Claudio Rissi
sobre un escenario. Si existen escalas que miden los terremotos, los grados de
temperatura y lo que sea, después de ver “Terrenal”, tranquilamente se podría
hablar de una escala Rissi para evaluar a los actores. Claro que el cero sería
bueno, y el diez, lo que hace en la obra.
Para quien
se jacte de teatrero, es obligación verla. A quien le guste todo lo que ve
sobre un escenario, seguramente se enamore; y a quien no le guste nada, un lindo
desafío para continuar con su política. No es una obra que nos cambie la vida
ni que nos explique nuestra existencia, pero brilla en todas sus partes y eso la
vuelve única y paradigmática.
Por Mariano
Casas Di Nardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario