El riesgo de
realizar una pieza teatral de un autor tan ecléctico como José María Muscari,
es no lograr interpretar su código. O al menos, no poder demostrarlo, como todo
el público lo exigiría. Grotesca en su impronta y voraz en su relato, “Piel de
Chancho” se muestra como la obra más provocadora del director argentino más
kitsch de la escena nacional. Por suerte, Darío Portugal Pasache mantiene sus
signos más vitales, para montar una versión suavizada, aunque tan decadente
como la original. Podemos discutir si es un acierto o una tranquilidad de
garantía, pero lo real es que entretiene, choca, desagrada, irrita, angustia y
agota, al igual que la recordada versión de María Aurelia Bisutti, allá por el
año 2006, en el Teatro del Pueblo, cuando Muscari no era Muscari. O tal vez era
más, o menos.
Las
comparaciones suelen ser odiosas pero no hacer un análisis de la transfusión de
ADN entre el antes y el ahora, es de negador. Para el sarcasmo, nada mejor que
la mirada de Marie Mazza en el papel de Ingrid;
mientras la ingenuidad perversa se hace carne en el desconcierto de Graciela
González Saavedra como La Nana. La música le da la cuota exacta de cinismo a
ese triángulo que termina de completar Nadia Brom, quien como Luisa le pone
paños fríos a esa temperatura hogareña que merodea siempre el rojo.
“Piel de
Chancho” trata sobre tres generaciones, en sus gamas más descoloridas y penosas,
conviviendo en una casa. Una relación familiar hostil, que encabeza la abuela,
le sigue su hija y finaliza su nieta. Puede que se quieran, pero no lo
demuestran en ningún momento. Competencias encubiertas, envidias y esos lazos
sanguíneos que eternizan tanto como lastiman.
Apartado por
un tiempo de los clásicos que supo dirigir como “Yerma”, “La casa de Bernarda
Alba” y “Bodas de sangre”; Darío Portugal Pasache acierta en rescatar a las
actrices que más le rindieron en su pasado, para vestir con su calidez, una
obra sombría que se destaca por lo corrupto de su devenir. La correcta
utilización del espacio escénico y la diagramación del mismo, son detalles que
le juegan a su favor, como también el preciso vestuario elegido por Gaby Mazza,
sobre todo en el personaje de Ingrid. La última escena, va directa a un cuadro
que pocas veces uno puede olvidar.
“Piel de
Chancho” es una obra que gusta y entretiene, sobre todo si no se vieron sus versiones
anteriores que hacen de flashbacks en continuado. Una audacia total la de su
director de montar una obra de un autor tan presente; y tres actrices que dan
muestra de estar a la altura de las circunstancias.
Por Mariano
Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo
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