miércoles, 14 de octubre de 2009

Escoria –El lado B de la fama–

Sin dudas, la particularidad de José María Muscari es encontrar alegría donde impera la decadencia y la desazón. Ver brilloso lo oxidado y lo corroído. Contar historias universales e infinitas, a partir de las desgracias ajenas. Ya lo había insinuado con Piel de Chancho y lo confirma con Escoria, su obra más lograda, conmovedora, cruda y cruel.

El primer impacto visual de la obra es de un colorido inusual para su registro, pero de una inmensa tristeza. Un cuadro que roza lo patético, con la música de Un poco loco de Sergio Denis para darle un opaco plastificado de caducidad. Las sonrisas de los anfitriones y sus cordiales agradecimientos por estar en el cumpleaños de Dino Escoria cortan con tanto aturdimiento. Porque hay que aclarar que estamos en un cumpleaños y hay que festejar. Y sonreír. Aunque la coyuntura nos tiente con el llanto.

Escoria desmenuza la privacidad de actores de renombre que marcaron una época dentro de la escena nacional tanto televisiva como teatral. Los desnuda. Los expone ante un público que se une al dolor con dejos de lástima y rencor. Despedaza el ego de diez íconos de nuestro arte de la forma más cariñosa, humilde y agradable. No los humilla ni los maltrata, sino que los cuida, los ayuda y, perversamente, demuestra la excelencia de sus actuaciones, para criticar a un sistema que vaya uno a saber por qué, los dejó afuera. Escoria es una obra que construye, no destruye.

Con un libro a punto gracias a las experiencias personales de sus protagonistas, Muscari logra sacar lo inédito de sus dirigidos, a tal punto de mostrar la faceta dramática oculta de Noemí Alan, quien con su monólogo estremece la sala. Otra grata sorpresa es el resurgimiento de Willy Ruano, alimentando a sus pares con estridentes participaciones. Y con Osvaldo Guidi en pleno estado catastrofista, es Paola Papini quien intenta apuntalar a todos para no caer en la dura realidad del desamparo, la ausencia y el desempleo actoral. Una difícil realidad que Marikena Riera intenta esclarecer, por suerte, sin éxito.

Con un vestuario impecable y una fotografía exacta para potenciar la angustia de los diálogos, la obra es la suma de absolutamente todas las partes. Escoria, diez actores gigantes y un director de culto.

Por Mariano Casas Di Nardo.

1 comentario:

  1. Marian!

    me encanta tu blog. Para ponerme al tanto de la cartelera porteña

    besooo!

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