Si por esos
milagros de la vida, Pedro Almodóvar llegara a ver la obra de Fabio Golpe, a
los dos minutos de comenzada la función, pediría suspenderla, se tiraría encima
de la escenografía para que no quedaran rastros, lo encararía a su creador y le
suplicaría por sus derechos de autor con un cheque en blanco. Porque ya con
ciento veinte segundos de acción, uno ya sabe cuál es la estética, el humor,
negro por supuesto; y el andar. Es que el director manchego lo quisiera todo
para él, no soportaría saber que con su código, alguien triunfara de tal forma.
Ácido como
pocos dentro de la escena under porteña, Fabio Golpe propone una comedia
chocante. Su título decadente y su gráfica estridente, nos incitan a padecer
con ganas una historia a priori, delicadamente torpe. Porque las miradas de
esas tres mujeres asumen un presente patético pero incluso, atractivo. Queremos
saber por qué se denominan brutas, queremos sentir con qué nos conquistan
primero y por qué después las odiaremos. Queremos oler sus rasgos apolillados,
predecir sus ronroneos desacertados y después sí, dejarlas en el olvido. Porque en esos gestos
hay culpas, muchas, por no decir todas.
Sin embargo,
existen cuestiones que escapan a la dramaturgia, a la dirección y al casi todo.
Que Marienn Perseo integre un elenco de teatro, ya nos obliga a ir. Sus
actuaciones valen una, dos y hasta muchas entradas. Nunca decepciona y la
empatía con el público, la genera en su primera aparición. Ella es Susana. Y consumada
la obra, sumamos a esa descripción a María Laura Rojas, quien como Raquel, una
pseudo inválida, brilla. Claro, uno supone que bajo el ala de su autor y
director Fabio Golpe, cualquiera podría hacerlo; pero sus gestos, sus no dichos
y miradas, son inherentes a su impronta actoral. Cierra este trinomio perfecto,
el mencionado Golpe, quien como Nora, hace un culto de esas mujeres
desquiciadas. Sus urticantes movimientos, sus reiterativos tics y sus
fantasmagóricas posturas, lo posicionarían para una posible remake de “Mujeres
al borde de un ataque de nervios”.
La historia
trata sobre tres amigas que intentan un macabro plan, matar a sus maridos. Para
tal momento, el más perverso y obvio de los escenarios: la hora del té, con una
mesita odiosamente decorada, unos scons de dudosa elaboración y un ritual de
vestir a un maniqui para consumar el asesinato. Si por detrás de la escena,
aparecería Carmen Maura, nadie se sorprendería, porque la amalgama de colores,
las formas y los modos, nos llevan por momentos a “Los abrazos rotos” y “La
piel que habito”, entre otras tantas. “Que termine ya” piensa uno por dentro,
porque la ansiedad apura y el destino de esas tres repelentes mujeres, nos
desvela.
“Tan brutas”
es arte puro en escasos cincuenta minutos. El resumen del mejor y más irritante teatro. Contundente. Irascible,
divertido, penetrante y alienado. Un lujo del off porteño.
Por Mariano
Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo
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