La estética
que maneja “Alizia” por fuera del escenario es perfecta. El cambio de la “z”
por la “c” es la muestra primera que explica que tiene arte y que todo está
pensado previamente. Sus fotografías, el look de cada uno de sus personajes, la
gráfica del flyer y todo lo que podamos llegar a ver en la Word Wide Web sobre
la obra, tiene un dejo de calidad. Sumado a esto, el padrinazgo de Claudio
Tolcachir, quien si le abre las puertas de su prestigioso Timbre 4.
Con toda la
previa transitando los niveles más alto del teatro de notoriedad, la entrada a
la sala es junto a un coro de interesantes voces, que piden por la Alicia del
país de las maravillas al son de canciones reconocidas. Una muestra más que
estamos frente a una obra infantil, configurada con todas las piezas del teatro
musical adolescente que tanto brilla en la calle Corrientes.
La
presentación de cada uno de los personajes, sobre todo el de Alizia, es
impecable. Entre el cuidado y preciso vestuario, el juego de luces y la música,
cada protagonista en su preámbulo, luce con creces. El problema es el espacio y
la acústica. O sus integrantes son muchos o el espacio es pequeño; o ellos
gritan o las paredes no canalizan el sonido. Cuestiones que hace que todo quede
incómodo. Para el afuera, personajes que superan los niveles auditivos del
teatro para chicos, para dentro, actores que deben interactuar con la
delicadeza de un elefante en una regalería. Difícil.
Superadas
las cuestiones técnicas que no hacen al grupo pero sí al resultado final, "Alizia"
es una muy interesante propuesta para chicos, con música en vivo y personajes
adultos (como el Gato y el Sombrerero) en mundos infantiles, que nos cuentan de
la forma más fidedigna, la eterna historia de Alicia en Wonderland.
Por Mariano
Casas Di Nardo.
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