Ana María Bovo con su nuevo unipersonal viene a romper con varios paradigmas teatrales. El más trascendental es que se puede contar una historia y al mismo tiempo divertir y hacer reír, sin gritar ni decir sandeces. Ella omite cualquier agravio o insulto y se deja llevar por la suavidad de su voz y de sus gestos para adentrarnos en el mundo del Maipo, teatro que el pasado 2008 festejó sus nada más y nada menos que cien años de vida.
Entonces Olinda Petrungaro, tercera generación de vestuaristas del Maipo, nos cuenta cómo es la vida entre las bambalinas de uno de los teatros más prestigiosos de la cartelera porteña. Se sincera con ella misma, confiesa secretos y recrea anécdotas que rozan a estrellas como Nélida Roca, Nélida Lobato y Tita Merello; como así también a recientes personajes como Ximena Capristo y Jorge Lanata. Y entre tanto chisme y objetos de culto, se hace lugar para contar el por qué de su soltería. Vale la aclaración, la presente historia es ficción, pero por suerte, Ana María Bovo, confunde. Entonces creemos que allí, entre acto y acto, Olinda asiste en serio a las vedettes.
Bajo su propia dramaturgia y dirección, Ana María Bovo hace de Así da gusto, una hora y media de charla amena e interesante. Uno no habla ni participa, claro está, pero la cordialidad de la actriz, hace que nos sintamos cerca, como si fuésemos únicos interlocutores. Sólo su madre, detrás del telón, la apuntala con datos precisos. Pero volvamos a aclararlo, todo es imaginario, aunque nosotros nos predispongamos a creerle todo. Es un pacto omiso que se firma en los primeros minutos de su monólogo. Sin que ella exija firma y sin que nosotros dejemos nuestra rúbrica. Es tácito e inquebrantable.
Así da gusto es belleza narrativa y ficcional en estado puro. Toda la suavidad actoral de Ana María Bovo para contar la historia más creíble del teatro actual.
Por Mariano Casas Di Nardo.
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