domingo, 25 de mayo de 2014

Espiando el cumple



No en vano Alejandra Rubio tiene tantos años de teatro, televisión y cine. Sabe qué y cómo hacer todo para no pasar desapercibida en la multiopcional oferta teatral porteña. Aunque a simple vista pueda irritar con su estética kitsch, sabe que detrás de esa brillantina agria, cuenta historias de las potentes; algunas lamentables, otras más picantes, pero todas con contenido. No siempre lo que se ve tiene que alegrar, parecería ser su dogma; aunque en su nueva obra, alegra desde la tristeza. Personajes lúmpenes, perdedores, ventajistas y periféricos a la vida glamorosa, en todas sus edades y religiones, que nos enseñan que en el barro, aunque no sea muy delicado, también se pueden construir castillos y demás figuras.

Si alguien pretende ver una obra tradicional de teatro, deje de leer acá e investigue en la cartelera que sobrevuela la avenida Corrientes. Porque “Espiando el cumple” maneja todos los recursos del teatro que molesta. Es participativo, chocante, grotescamente cómico, sexual y contempla ese nervio latente de no saber cuándo puede volar todo por el aire. Y ese recurso los llevan al extremo los personajes del abuelo barbudo (Alejandro Álvarez), un médico alemán de dudosa procedencia (Ronny Keller ), la tía Pocha (Mónica Tedesco ), un tío cornudo al borde de la implosión (Marcelo Silguero) y la tía llamada Jazmín gracias a la ley de identidad de género (Jazmín Cornell).

Del lado opuesto a lo desaliñado, o sea, de la vereda del sol, caminan los más chiquitos, quienes le imprimen espontaneidad, armonía, belleza y dulzura a una fiesta que parece más un club de rechazados, que una reunión familiar sincera. Y en el medio de las dos vertientes, emerge Nicoletta (María Lamas), la cumpleañera de efervescentes trece años, quien con cara de cansada por la hipocresía humana, acepta el lugar que le tocó.

No vamos a describir las claves que hacen de “Espiando el cumple”, una experiencia digna de vivir. Lo seguro es que verán lo que tienen que ver. Aunque si son curiosos, podrán ver más y se burlarán de esta familia explotada; un  acierto de la arisca Alejandra Rubio, quien con su obra, nos evidencia nuestro costado voyerista, reventado, creído y desvergonzado.

Hay que resaltar que la mayoría de los treinta y tres integrantes del elenco, no son actores ni lo serán.  Más datos que nos obligan a conocer qué es esto de tanta gente junta. Sin duda, una obra ideal para ir con todos los prejuicios sociales y pasados los minutos, resignarse a que no estamos más que poniendo una enorme lupa distorsionada sobre una familia que tiene mucho de todas las nuestras.

Por Mariano Casas Di Nardo

@MCasasDiNardo

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