No en vano
Alejandra Rubio tiene tantos años de teatro, televisión y cine. Sabe qué y cómo
hacer todo para no pasar desapercibida en la multiopcional oferta teatral
porteña. Aunque a simple vista pueda irritar con su estética kitsch, sabe que
detrás de esa brillantina agria, cuenta historias de las potentes; algunas
lamentables, otras más picantes, pero todas con contenido. No siempre lo que se
ve tiene que alegrar, parecería ser su dogma; aunque en su nueva obra, alegra
desde la tristeza. Personajes lúmpenes, perdedores, ventajistas y periféricos a
la vida glamorosa, en todas sus edades y religiones, que nos enseñan que en el
barro, aunque no sea muy delicado, también se pueden construir castillos y
demás figuras.
Si alguien
pretende ver una obra tradicional de teatro, deje de leer acá e investigue en
la cartelera que sobrevuela la avenida Corrientes. Porque “Espiando el cumple” maneja todos los
recursos del teatro que molesta. Es participativo, chocante, grotescamente cómico, sexual y contempla ese nervio latente de no saber cuándo
puede volar todo por el aire. Y ese recurso los llevan al extremo los
personajes del abuelo barbudo (Alejandro Álvarez), un médico
alemán de dudosa procedencia (Ronny Keller ), la tía Pocha (Mónica Tedesco ), un tío cornudo al borde de la implosión
(Marcelo Silguero) y la tía llamada Jazmín gracias a la ley de
identidad de género (Jazmín Cornell).
Del lado
opuesto a lo desaliñado, o sea, de la vereda del sol, caminan los más
chiquitos, quienes le imprimen espontaneidad, armonía, belleza y dulzura a una fiesta
que parece más un club de rechazados, que una reunión familiar sincera. Y en el
medio de las dos vertientes, emerge Nicoletta (María
Lamas), la cumpleañera de efervescentes trece años, quien con cara de cansada por
la hipocresía humana, acepta el lugar que le tocó.
No vamos a
describir las claves que hacen de “Espiando el cumple”, una experiencia digna
de vivir. Lo seguro es que verán lo que tienen que ver. Aunque si son curiosos,
podrán ver más y se burlarán de esta familia explotada; un acierto de la arisca Alejandra Rubio, quien
con su obra, nos evidencia nuestro costado voyerista, reventado, creído y
desvergonzado.
Hay que
resaltar que la mayoría de los treinta y tres integrantes del elenco, no son
actores ni lo serán. Más datos que nos
obligan a conocer qué es esto de tanta gente junta. Sin duda, una obra ideal
para ir con todos los prejuicios sociales y pasados los minutos, resignarse a
que no estamos más que poniendo una enorme lupa distorsionada sobre una familia
que tiene mucho de todas las nuestras.
Por Mariano
Casas Di Nardo
@MCasasDiNardo
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